martes, 19 de abril de 2022

Los refugios de la guerra civil en Alicante

Recientemente hemos tenido oportunidad de hacer la visita guiada de los refugios de la guerra civil en Alicante. La experiencia fue especialmente emotiva porque mi abuela Lola nos había contado en diferentes ocasiones cómo vivió los bombardeos sobre la ciudad en los primeros meses de la guerra civil, así que aunque no visitamos el refugio en el que ella se escondía sí pudimos entender lo que padeció la población civil en esta ciudad. 

Refugiarse con un bebé

Cuando sonaban las sirenas, mi abuela Lola tenía el encargo de coger a su hermano Salvador, de dos añitos, y correr hacia el refugio. Después, junto con el resto de vecinos o población que estuviera por la zona, permanecer ocultos allí hasta que sonaran de nuevo las sirenas, y solo entonces poder reencontrarse con su familia o seres queridos y comprobar que estaban bien. Por aquel entonces la abuela tenía 14 años y su hermana Encarna cuatro más.

Una de las cosas que se pueden vivir en la visita guiada, muy lejanamente, es la angustia de los alicantinos cada vez que sonaban las sirenas y debían correr a los refugios, permaneciendo a oscuras, de pie, entre extraños o conocidos, hasta que podían salir de nuevo a la superficie.

Por qué se bombardeó Alicante

Una de las primeras enseñanzas que nos aporta la visita guiada a los refugios antiaéreos de Alicante es el contexto histórico. Es decir, por qué esta ciudad sufrió bombardeos tan duros y en qué circunstancias se afrontaron dichos sucesos. 

Al principio de la guerra civil y prácticamente hasta el final, Alicante fue zona republicana. Tenía un importante puerto, y aquí se escondieron para tratar de partir al extranjero buena parte de políticos o personalidades relevantes que huían al exilio.


Pero además hubo otro hecho decisivo que fue el encarcelamiento de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la falange, en la prisión del barrio de la Florida de Alicante, en junio de 1936, unos meses antes del estallido del conflicto bélico con motivo del alzamiento militar de Franco. El 20 de noviembre fue condenado a muerte y ejecutado en el patio de la cárcel; la falange lo consideró un mártir y cuando la ciudad de Alicante cayó sus restos fueron exhumados y llevados a hombros hasta El Escorial.

Cómo es la visita a los refugios

En el centro de interpretación de los refugios antiaéreos de Alicante, ubicado en un antiguo edificio de abastecimiento de aguas, la Casa de Máquinas, con acceso desde la calle Portugal, podemos iniciar esta visita. Previamente deberemos reservarla y pagarla a través de la web https://turiguiasalicante.com/refugios/

En el patio de dicho recinto, hay varios paneles con los nombres de los fallecidos en los bombardeos de Alicante, y de la Guerra Civil, incluyendo el de Primo de Rivera al inicio de la contienda. 

Entrando en materia, la Casa de Máquinas, que aún conserva los agujeros de las balas de la guerra en su fachada, alberga una pequeña exposición centrada en los bombardeos. En torno a 71 ataques con aviones de la flota italo-alemana que partían de Mallorca y atacaron la ciudad, empezando por objetivos estratégicos y terminando por la población civil, entre noviembre del 36 y marzo del 39.

En esta sala encontramos mapas de la ciudad donde están señalizados los bombardeos y los refugios de la guerra civil en Alicante, además de una maqueta de la masacre durante el bombardeo del Mercado Central, el 25 de mayo del 38. En este día no sonaron las defensas antiaéreas dado que la aviación entró desde la península y no por el puerto y la playa, donde se ubicaban las escuchas.

En uno de los pabellones por los que sigue la visita se puede conocer la historia del  Stanbrook. Se trata de un vapor inglés de mercancías que se hallaba en el puerto de Alicante en marzo del 39 y zarpó con 2.638 refugiados republicanos, llevándolos al puerto de Mazalquivir, en Orán, tras una travesía compleja esquivando los bombardeos.

Bajada a los refugios

Existieron más de medio centenar de refugios de la guerra civil en Alicante, a los que la población corría en cuanto escuchaba las sirenas antiaéreas. Actualmente se visita el interior de dos, ubicados en la Plaza Séneca y en Balmis. 


El recorrido guiado por este centro de interpretación culmina con la bajada a estos dos espacios bajo tierra, aunque quedan muchos en la ciudad que podrían ser abiertos en el futuro. 

Lo cierto es que permanecer unos minutos entre estos muros de hormigón, a oscuras, escuchando las sirenas en una simulación, es una experiencia personal y turística que ayuda a entender la historia de esta ciudad, y los conflictos bélicos como éste del que hoy hablamos.

Balance de los bombardeos en Alicante

Se calcula que unos 700 edificios fueron destruidos y unas 500 personas fallecieron en dichos bombardeos, además de los centenares de heridos. Al principio no había refugios, ya que éstos se fueron construyendo entre el 37 y el 39 por parte de la Comisión de Defensa Pasiva, y con participación de las mujeres, dado que muchos alicantinos estaban luchando en el frente. 

Al caer Alicante, muchos republicanos que permanecían en el puerto para marcharse al exilio fueron conducidos a campos de concentración. En la ciudad, hubo cuatro puntos que albergaron a estas personas según leemos en la publicación Los Campos de Concentración de Franco: el castillo de San Fernando y el de Santa Bárbara, la plaza de toros y una casa de ejercicios en el barrio de Benalúa.

Paradojas del destino

Como ya habréis leído en este blog si seguís nuestra historia, mi interés en esta temática de la guerra civil viene dada por la trayectoria de mi abuelo César Díaz Echevarría, que formaba parte del cuerpo de sanidad militar al inicio de la guerra en Madrid. Al licenciar las tropas el ejército republicano para evitar alzamientos de cuarteles en favor del bando nacional, trató de marcharse a su pueblo, en Galicia. 

Después de semanas en las que curó enfermos de ambos bandos en la Casilla de la Muerte de Guadarrama, pasó las líneas del frente, fue capturado por los nacionales y condenado a muerte, y finalmente salvó su vida por esa labor sanitaria en la curva de Tablada. 

Incorporado al ejército nacional, participó en la intendencia de las tropas en los frentes del Jarama y diversas localizaciones de los alrededores en torno a Madrid, donde había quedado su hermano hospitalizado al inicio de la guerra. 

Una vez que los sublevados entraron en la capital y él constató el fallecimiento de su hermano, fue destinado a Alicante donde conoció a mi abuela Lola. Ella era de familia republicana y habían sobrevivido a los duros bombardeos, pues hasta cuatro bombas cayeron en torno a su casa. Ambos, gallego de Ribadeo y alicantina, se enamoraron y se casaron en julio de 1940, residiendo a lo largo de su vida en A Coruña, Valladolid, Valencia, Melilla y de nuevo Galicia.


domingo, 10 de enero de 2021

El Real Sanatorio del Guadarrama y la huella de la tuberculosis en la Sierra de Madrid

Con la inspiración que me confieren estas viejas fotografías, remitidas por Alberto GV, aficionado a curiosidades históricas de la zona de Guadarrama como yo, no he podido evitar ponerme manos a la obra con la historia de este hospital que fue el Real Sanatorio del Guadarrama y que estuvo ubicado en Navacerrada. 

Ahora que estamos enfrascados con la pandemia de COVID-19, nos suenan familiares algunas pautas sanitarias que no distan tanto de las que se usaban para combatir contagios en aquel convulso principios del siglo XX. Y aunque entonces se luchaba contra la tuberculosis, causada por una bacteria, o la gripe del 18, por un virus, lo cierto es que las investigaciones y terapias médicas propiciaban el aire libre, la ventilación, la higiene y el distanciamiento social que aportaba la sierra como terapia de choque para combatir enfermedades devastadoras.


La tuberculosis a principios de siglo

La palabra tuberculosis puede producir auténtico pánico en personas de avanzada edad, que probablemente han escuchado en casa cómo esta enfermedad diezmó las familias de la época. Los fallecimientos iban en cadena, y muchas veces un hermano, madre o padre que cuidaba a otro acababa por enfermar también. Eran pocos los que lograban superar esta enfermedad en los años previos al descubrimiento de los antibióticos, que no llegaron hasta principios de siglo. 

Así las cosas, y dado que también en mi familia hubo hasta tres bajas por la tuberculosis, algo que siempre me impresionó pues de los ocho hermanos de mi abuelo quedaron solo cinco, nos hemos puesto a rastrear esta historia. 


En el siglo XIX esta enfermedad era una de las de mayor letalidad por lo que, ya en Europa, se fueron creando numerosos hospitales destinados a curas para estos pacientes. La observación médica había concluido que, por encima de determinada altitud, los casos eran más infrecuentes. Suiza o Alemania poseían ya a finales de siglo sanatorios en puntos elevados que hacían curas de aire libre en terrazas donde los enfermos descansaban en hamacas. 

El doctor Gereda y la Sierra de Guadarrama

Eduardo Gómez Gereda nació en Laredo en 1881. Fue doctor en medicina y cirugía y artífice del Real Sanatorio de Guadarrama. Este médico, escritor y dibujante, había viajado por Europa y, recogiendo las terapias aplicadas a esta enfermedad, empezó a proyectar en torno a 1911 el sanatorio. De hecho, presentó el plan y la maqueta del mismo en el II Congreso Español Internacional de la Tuberculosis, celebrado en San Sebastián en 1912. 

Después de mediciones, rutas y de acuerdo a diferentes parámetros, el sanatorio quedaría emplazado en los Montes de la Barranca, a 1.700 metros de altura, y se pondría su primera piedra el 8 de agosto de 1914. Así lo hemos leído en blogs como Guadarramaymás, donde se hace una descripción detallada de este proyecto. Para llevarlo a cabo, se hubo de construir una carretera de acceso de más de 2 kilómetros de longitud.

Inauguración del Sanatorio

Cuando se inauguró, en febrero de 1917, este flamante edificio levantado por Alfredo Echegaray lucía toda su estética modernista en forjados y vidrieras. Hasta allí se desplazó la comunidad científica del momento, así como el rey Alfonso XIII y su esposa la reina María Victoria. El Dr. José Ortiz de la Torre fue nombrado el presidente del Consejo de Administración de dicho sanatorio, y el Dr. Benitez, se encargaría del laboratorio. 

Publicaciones de la época como el Nuevo Mundo (2/03/1917) se hacen eco de este nuevo hospital, que mira a las estaciones de Cercedilla, Los Molinos, Collado Mediano y Villalba, y que contaba con 5 plantas y unos 80 metros de fachada, orientada al mediodía. En el momento se consideró el primer sanatorio para el tratamiento de la tuberculosis construido en España y único hasta la época. Y alegaba tener más horas de sol que cualquiera de los otros ejemplos europeos. 


 Su financiación se vendió patrióticamente como española, y en él se implicaron numerosos proveedores nacionales. El equipamiento era elegante, con muebles de junco elaborados por la Casa J. B. Busca de Zumárrega. El laboratorio fue equipado por Hartmann y la Compañía de Zacarías Homs. Los textiles, y resto de materiales y suministros de empresas conocidas de la época que también quisieron contribuir. Si bien fue considerado un sanatorio para ricos donde las habitaciones oscilaban entre las 3,50 y 18 pesetas por día, además de 12,50 de la pensión y tratamiento médico. 

El doctor Gereda falleció en un accidente de motocicleta (o sidecar) como hemos visto en algunas publicaciones, en 1918, regresando precisamente de su jornada de trabajo en el Sanatorio. 

El declive del hospital

La popularización de una cura para la tuberculosis, desde mediados de siglo XX, acabó con todas estas infraestructuras que quedaron obsoletas. El sanatorio funcionó hasta los años 60, y en 1994 fue demolido.

Guiados por la curiosidad, hemos buscado este edificio en las imágenes del vuelo americano de 1956, y ahí está, erguido sobre esa cima soleada en un claro entre los pinos y a un paso de lo que hoy es el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, declarado en 2013.


 

Estas viejas fotografías de su comedor, las terrazas de reposo o sus elegantes escaleras interiores, quedan para la memoria, y al parecer fueron captadas por las cámaras de León Klimovski en el filme de terror La Noche de Walpurgis allá por el año 1971.

Fuentes consultadas:

- Wikipedia

- Blog EsMadridnoMadriz

- Blog Guadarramaymás

- El Viajero Histórico

Agradecimientos:

A Alberto García Valdegrama por su apoyo en la búsqueda de estas batallitas históricas





miércoles, 2 de octubre de 2019

La guerra civil española como ruta turística

Al igual que hubo dos ediciones bien diferenciadas de diarios como el ABC durante la época de la Guerra Civil Española, el que se hacía en la zona nacional, y el que se escribía y difundía en el bando republicano, otras muchas políticas e instituciones estuvieron divididas, acentuando esa brecha entre las dos Españas.
Cartel del PNT / Junta de Andalucía

La antigua Comisaria Regia de Turismo, del Marqués de la Vega-Inclán, dio sus últimos coletazos con el cese de su máximo representante por parte de Primo de Rivera en 1928. Eran ya tiempos del Patronato Nacional de Turismo, que pasaría a llamarse Patronato Republicano de Turismo en 1931 y funcionaría hasta 1936, el año de inicio de la contienda.

Desde los inicios de la Guerra Civil el bando sublevado tuvo claro que el turismo y la propaganda serían cuestiones clave para reforzar sus tesis frente al resto de los países. España estaba sumida en el caos y ellos venían a pacificar y ordenar políticamente las regiones y reconstruir sus infraestructuras.

Con esta inspiración se crea el Servicio Nacional del Turismo, poniendo al frente del mismo a Luis Antonio Bolín Bídwell, abogado y periodista ya con experiencia en la gestión turística y corresponsal del diario ABC en Londres.

Rutas Nacionales de Guerra

En este caldo de cultivo nacieron las denominadas Rutas Nacionales de Guerra, de las que hay noticia el 20 de mayo de 1938 en el BOE, al licitarse 15 plazas de guías intérpretes para dar servicio a los turistas.

La primera de las rutas que se pone en marcha es la del Norte, el 1 de julio de 1938. Franco y Serrano Suñer creían que pasear a los turistas por la zona nacional de Asturias, Cantabria y País Vasco serviría para reforzar la autoridad del bando sublevado.
La guerra civil española como ruta turística Oviedo en la ruta del norte
La "invicta" Oviedo, en la Ruta del Norte / CDDGF

En el diseño de la ruta se establecieron alianzas comerciales con agencias de viajes de diferentes países como Italia, Suiza, Alemania, Holanda, Bélgica, Portugal e Inglaterra. Los eslóganes elegidos para publicitar cada provincia no dejan de ser reveladores: Santander se destacaba por su valor natural, San Sebastián como ciudad cosmopolita y elegante, Oviedo como ciudad "invicta y heroica", Asturias en general como "la Suiza Española", Bilbao como una ciudad rica, etc.

Los cupones, descuentos y negociaciones en torno a esta ruta turística sirvieron para financiar al bando del general Franco. La correspondencia mantenida desde este Servicio Nacional de Turismo sirvió para dar testimonio de los intereses y consultas, de la expectación generada por este incipiente producto turístico denominado la gran Ruta de la Guerra del Norte.

La ruta de la guerra del Sur se planteó con condiciones similares, si bien había descuento para quien hiciera ambas rutas y el acceso, en lugar de ser exclusivamente a través de Irún se podría acceder también por Badajoz, Ayamonte y La Línea para lo que se les expediría un salvoconducto.

 Las condiciones para estas excursiones, que se harían en autocares, generaron algunas quejas por el intento de control del material fotográfico o escrito que se podía sacar del país. También se pusieron de manifiesto molestias por los cambios de itinerarios a causa de la contienda, el calor o el estado de las vías de circulación.

Estas rutas fueron ciertamente exitosas, aunque se vieron afectadas por la Segunda Guerra Mundial, y continuaron haciéndose durante el régimen a través de agencias de viajes como Viajes Marsans o Wagons-lits Cook.

Publicaciones del Instituto de Turismo de España hacen también alusión al Primer Crucero Azul que salió de Argentina en abril del 39, tras la finalización de la guerra, y que tenía como destino Cádiz.

Bibliografía consultada

  • CONCEJAL LÓPEZ, EVA: Las rutas de guerra del Servicio Nacional del Turismo (1938-1939). Instituto de Turismo de España.
  • MORALES CARABALLO, MARÍA GEMA: Servicios de Información Turística. Madrid, Ed. Paraninfo, 2018.
  •  MORENO GARRIDO, ANA: Turismo de élite y administración turística de la época (1911-1936). Estudios Turísticos, n.° 163-164 (2005), pp. 31-54

domingo, 2 de septiembre de 2018

Vidas atrapadas en la guerra

Analogías y semejanzas. Este verano he tenido la oportunidad de leer la biografía de Sofía Casanova, la primera mujer corresponsal permanente en un conflicto bélico, novelada por Inés Martín Rodrigo bajo el título de "Azules son las horas". La verdad es que esta lectura veraniega casi atropellada, en apenas dos días y aprovechando unas cuantas horas de viaje en avión, me recordaron muchísimo la historia narrada en La Casilla de Guadarrama.

Sofía Casanova era coruñesa, de Almeiras, pero vivió en Mera y A Coruña, además de en Madrid, Polonia, Londres, París o Rusia. Fue primero poeta, luego novelista, articulista, reportera, conferenciante y dramaturga. Tuvo una vida larga y muy fértil en lo que a publicaciones y creación literaria se refiere. Pero sobre todo fue feminista, profundamente humana como denota su colaboración con la Cruz Roja, y defensora de la realidad y el oficio de contarla, el periodismo.

Playa de Mera, por la que paseaba Sofía Casanova / CDGF

Tuvo la suerte o la desdicha de nacer en 1861, y vivir 96 años, la mayoría del tiempo en Polonia debido a su matrimonio con el filósofo Vicente Lutoslawsky, lo que motivó que viviera numerosas contiendas como la primera y segunda guerra mundial, la persecución de los judíos en Polonia, la revolución rusa de 1917 o la guerra civil.

Leyendo su biografía casi parece que fuera inherente a ella estar donde se gestaban las peores revoluciones, o las luchas más cruentas, en cada momento. Se ha dicho de ella que vivió atrapada entre varias guerras, y aún así tuvo la oportunidad de criar a cuatro hijas, varios nietos, y ser corresponsal en primera línea de guerra para el diario ABC, llegando incluso a entrevistar a Trotski.

La misma sensación embargaba a mi abuelo en las páginas de sus memorias, noveladas en La Casilla de Guadarrama y que inspiran este blog. La desdicha de verse atrapado en un conflicto -la guerra civil española- que nunca entendió y entre dos bandos que no le representaban. Él no se dedicó al periodismo, a pesar de haber desempeñado este oficio con posterioridad en el diario local El Faro de Tapia, pero sí tuvo la valiosa inquietud de transmitir sus vivencias por escrito a sus hijos y nietos.
Cuando tenía solo 16 años le pedí al abuelo que me contara la guerra civil. Cerró mi libro de historia de bachillerato, me explicó que los que lo habían escrito no habían estado allí, y empezó por el principio, aquel fatídico mes de julio de 1936 y el frente de Guadarrama.


Quienes han tenido la desgracia de vivir una guerra nunca lo asimilan. Viven y reviven los conflictos y episodios en su memoria como tratando de digerirlos. Lo cuentan en familia, lo comentan con sus compañeros de batallas o filas, leen todo lo que escriben unos y otros, o callan para siempre. Pero lo cierto es que las heridas nunca se acaban de curar del todo, y las vidas quedan truncadas para siempre con el qué habría pasado sí, y el dolor, y tormento, por los que se quedaron por el camino.

Quizá además de leer y escuchar, haya mucho que escribir para entenderlo. Lo que está claro es que la historia que estudiamos no deja de ser reduccionista, y pasa siempre de soslayo por el drama humano, el que reflejaba Casanova en sus crónicas, y que es la parte dolorosa de cualquier contienda. 

miércoles, 3 de enero de 2018

La imprenta de la Minerva en el Madrid de los años 30

Hemos ido hablando en este blog en varias ocasiones de la imprenta Minerva, porque esta marca fue precisamente la que usaban los protagonistas de La Casilla de Guadarrama en su sótano de la madrileña Plaza de Jesús, frente a la basilica de Jesús de Medinaceli. Algunas imprentas similares pueden verse en el Museo de la Imprenta de Madrid, he encontrado información más que detallada en este blog: Una ventana desde Madrid.

¿Qué es una Impresora Minerva?

La Minerva fue una imprenta de pequeñas dimensiones empleada a finales del siglo XIX y principios del XX y creada por la empresa CROPPER & CO

Al principio se accionaban de manera manual, pero luego estas máquinas se popularizaron, y a muchas se les acopló un motor eléctrico con unas correas. Es el caso de la que se puede ver en el Museo de Riotinto (Huelva).

Similar era la que usaba el protagonista de nuestra historia, Manolo, y también en la vida real quien inspiró la novela de este blog. Y es que en las memorias de mi abuelo he podido leer algunas escenas de trabajo cotidiano con esta máquina. Contaba por ejemplo que le llevaba casi todo el día preparar el molde. El trabajo previo era bastante arduo, pues había que leer y corregir bien los textos, cosa que a veces hacían sobre la marcha al preparar la propia plancha. En esto, y en pequeños ratos de ocio los domingos o en los bailes de la Sociedad Gallega Anaquiños da Terra, ocupaban el tiempo nuestros protagonistas en los meses previos al estallido de la Guerra Civil Española.

Recientemente tuve la oportunidad de ver una bien de cerca en el Museo de las Minas de Riotinto.

Una de las cosas que más me llamó la atención del pequeño museo de la imprenta ubicado en Riotinto fue precisamente el apartado dedicado a los chibaletes, con todo tipo de cajoneras y muebles llenas de letras tipográficas para componer. 

Por un momento no pude evitar sentir un escalofrío, como el que sintió la protagonista de nuestra historia al entrar, casi cien años después, a aquel sótano que había pertenecido a la antigua imprenta Mercurio. En ese momento, también, toda la historia ambientada en el Madrid de los años 30 y sus personajes volaron y giraron a mi alrededor.

El Museo de la Imprenta de Madrid

En la Calle de la Concepción Jerónima de Madrid, en el edificio de la Imprenta Municipal, alguien tuvo a bien conservar material de impresión antiguo y exponerlo en varias salas de museo. 

Una de las cosas que se pueden encontrar en este espacio son precisamente dos máquinas Minerva, una de ellas de pedal, junto con la explicación de cómo se utilizaban. 

En el bajo del edificio, podemos ver un audiovisual, y paneles sobre formas de impresión, tipografías, o un cronograma de historia de las artes gráficas.

Minervas en Galicia

Existen otros museos de interés para aficionados a la imprenta que hemos ido visitando a lo largo de los años, concretamente, en la Ribeira Sacra, en el Museo Etnográfico de Quiroga, podéis encontrar una sala entera dedicada a esta temática. El material proviene de El Derroche, un comercio que entre otras cosas tuvo la primera imprenta de la zona. Funcionó de mediados del siglo XIX hasta mediados del XX y también conserva su Minerva, además de las cajoneras y los chivaletes.

Si quieres consultar o comprar un ejemplar de la novela que inspira este blog puedes leer el apartado Dónde comprarla.

lunes, 25 de diciembre de 2017

De San Fulgencio a Francia: la vendimia a principios del siglo XX

La historia de muchos de los vinos de la denominación de origen Languedoc-Rosellón a principios del siglo XX se escribe con letra española, al menos en parte. Rebuscando en los tesoros documentales familiares mi padre encontró dos permisos de trabajo de los bisabuelos: Encarna y Salvador. Por estos viejos documentos y también por la memoria histórica de mi tío Paco, hemos sabido que ambos viajaron a vendimiar a varias poblaciones francesas entre 1917 y 1923. Como seguramente no fueron los únicos alicantinos que hicieron este largo viaje, y pocos datos hemos podido rastrear por internet, me he decidido a compartir estas vivencias familiares.

El ayuntamiento actual de San Fulgencio y la Iglesia

San Fulgencio, villa de agricultores

El origen de toda esta historia está en San Fulgencio, de donde eran ambos jóvenes. Esta pequeña localidad alicantina es hoy bastante turística debido a las urbanizaciones que han ido llenando la costa mediterránea en la zona de La Marina. Estos días tuve la oportunidad de viajar a conocer este enclave, que tiene el título de Real Villa, y por su estructura pensé enseguida que era una población de colonos, pues me recordó mucho a otras que conozco como La Santa Espina en Valladolid.

Efectivamente San Fulgencio tiene una historia reciente, su fundación se produjo en 1729 y la población que allí asentó procedía de la huerta murciana. Quizá sea por eso que el apellido Aledo, que habíamos visto en algún rincón de Murcia, por ejemplo en una localidad así denominada, acabó también desperdigándose por esta zona de Alicante. El primer apellido de la abuela era precisamente ese: Aledo, y se ha mantenido en muchos primos y familiares de la zona.

Los antecedentes familiares de mi bisabuela estaban además diseminados por diversas poblaciones de la zona como Formentera del Segura, Payá y Rojales. La bisabuela Encarna nació en la calle del horno, hoy Cardenal Belluga. A día de hoy aún pueden verse algunas casas antiguas con estructura de planta baja y un piso, solían tener un patio detrás.


Domaine de Mongondal (Arzens)

Temporeros de la uva en Francia

Quizá esos conocimientos agrícolas sirvieron de base a mis bisabuelos cuando con apenas 20 años se embarcaron en la aventura de ir a trabajar a la vendimia a Francia. Un viaje como este a principios de siglo era una auténtica aventura, y tengo aún mil preguntas sin responder sobre cómo lo realizaron, en que condiciones vivían, o por qué volvieron y no hicieron su vida allí como tantos emigrantes de la época. Al fin y al cabo en los primeros años del siglo XX fueron una etapa convulsa y no pocos españoles optaron por buscar la fortuna fuera. Es el caso de la emigración gallega a diferentes países de Sudamérica en la última década del siglo XIX y las primeras del siglo XX.

Salvador Aledo, nacido en 1894, y Encarnación Ferrández, nacida en 1899, partieron para Francia por primera vez en 1917, según consta en sus permisos de residencia y trabajo que aún conservamos. Su primera residencia documentada fue en Arzens, una pequeña localidad al oeste de la turística localidad de Carcassonne. Aquí se casaron, ya que se conocían por ser ambos de San Fulgencio, y la dirección que consta en su certificado de matrimonio es un dominio llamado Mongondal.

Mongondal (Arzens)

Me costó bastante trabajo encontrar este lugar pero al final lo logré. Fue hace unos pocos meses, donde en un viaje a Francia localicé una especie de caserío que responde a esta dirección. Está rodeado de viñedos, a pocos kilómetros de Arzens, y aún se pueden ver lo que parecen antiguos barracones destinados al trabajo agrícola y posiblemente vivienda de los jornaleros. Hoy los ocupan varias viviendas o algunos están abandonados. Hay también una casa principal, rodeada de bosque y habitada aún a día de hoy.

Ginestas y Bizé-Minervois
Antigua estación de tren de Bizé-Minervois, hoy guardería

En torno a 1919, su rastro reaparece en Ginestas, donde trabajaron para Pierre Chiffré. Para entonces viajaron ya con su primera hija, Encarnita, de 9 meses. Los visados que siguen ya son en 1922 trabajando para Camus, y con residencia fijada en Bizé-Minervois. En esta localidad nació mi abuela, Dolores Aledo Ferrández, y allí fue bautizada en la iglesia parroquial de St. Michel de Bizé.

Bizé-Minervois es una localidad más al norte, a la que mis bisabuelos llegaron en tren. Lo primero que hice cuando pude acercarme a visitarla fue buscar la estación de tren, precisamente. No fue fácil porque ya no tiene ese uso, e incluso se han ido quitando las antiguas vías de ferrocarril. Pero lo logré gracias al Google Earth, pues desde el aire se ven perfectamente las cicatrices de las antiguas vías de ferrocarril. La antigua estación de tren está siguiendo precisamente la Rue de la Cave Cooperative, que pasa por una bodega, la única que he encontrado actualmente en el pueblo, y lleva hasta un edificio que aún conserva el nombre de la estación pero hoy se ha rehabilitado como guardería.

La iglesia de St. Michel tiene origen medieval, del siglo X, aún hay unas fotos en las paredes de la iglesia, hoy totalmente reconstruida. De hecho, muchas calles de Bizé conservan cierta estética medieval, un pasadizo por el que puedes atravesar bajo las casas aún está en uso, y también muchas construcciones de siglos posteriores o del siglo XX. Hay una buena colonia de extranjeros -ingleses principalmente- que ha ido comprando o alquilando casas para el verano.

Regreso a Alicante

Después de 1922 o 1923 Salvador y Encarnita ya no volvieron a Francia. El visado de trabajo de esos años lleva un nombre que ya no hemos podido descifrar, pero se trata de diferentes jefes y por tanto otras explotaciones agrícolas. Bizé-Minervois está rodeado de viñedos así que probablemente recogieron uvas en diferentes plantaciones de la zona.

Una imagen de la Plaza del Carmen (Alicante)
De vuelta a Alicante se instalaron en la que sería la casa familiar de la Calle San Rafael, en el barrio de la Santa Cruz, a los pies del Castillo de Santa Bárbara. Esta zona está en pleno casco antiguo, y muy cerca de la Plaza del Carmen, un rincón que pudimos ver en un viaje reciente a Alicante.

Después se trasladaron a la calle del Pozo, donde la abuela asistió a la escuela de una maestra en una casa particular. En esta calle pueden verse aún algunas construcciones de cierta antigüedad. Los bisabuelos no volvieron a tener actividad profesional agrícola, hasta donde sabemos, pero sí como guardamuelles en el caso de mi bisabuelo, actividad que se vio interrumpida por la guerra civil y le llevaría a desempeñar otros trabajos en una panadería.

Hemos contado algunos viajes por estas zonas en:
La ciudadela medieval de Carcassone
Ruta por el País Cátaro



martes, 27 de junio de 2017

Anaquiños da Terra: una sociedad gallega en Madrid

En los años 30 había en Madrid una colonia de gallegos que bromeaba diciendo que la ciudad gallega con más habitantes era precisamente la capital de España. Lo sé porque mi abuelo y de manera especial su hermano, Manuel Díaz Echevarría, participaron activamente en la agrupación, lo contaron y dejaron por escrito y hemos podido rastrearlo en la hemeroteca de la época.

El libro "Tras sus huellas", de Manuel Díaz Aledo, mi padre, recogió además esta historia de la agrupación en los primeros años a través de su memoria y los escritos de mi abuelo, publicando algunas fotografías del coro y de la junta directiva de la entidad.

Gallegos en Madrid

Lo de Anaquiños da Terra o Anaquiños d'a terra, como también hemos visto escrito, fue una auténtica revolución social. Primero nació el coro y luego se fue formando la sociedad, que tenía en 1934 unos 500 socios. Se presentó por primera vez ante el público en diciembre de 1931, fue en el teatro Español, en la Plaza de Santa Ana. Así lo recoge el ABC del día 29 de diciembre, indicando además que a pesar de ser de creación reciente se le presuponen muchos triunfos por el éxito obtenido hasta la fecha.

La reseña hace referencia a la numerosa colonia gallega en Madrid y cuenta que en el evento tuvieron cabida los cuentos del literato "Rodríguez de Vicente (Joselín)". Pero también enumera a otras cincuenta voces de ambos sexos, y al presidente de la agrupación, Manuel Castro Gil, así como a su director artístico: D. Eduardo Dorado Xaneiro. El evento terminó con la interpretación del Himno Gallego.

Castelao y Villar Ponte
En 1932 sería el turno de la inauguración del local social, ubicado primero en la calle Tabernillas, 2, luego en la calle Audiencia número 3. Esta segunda ubicación ocupó buen espacio en la prensa de la época, donde lo hemos podido leer en El Heraldo de Madrid y en La Voz. No solo un buen número de simpatizantes y socios sino también diputados y personalidades artísticas y literarias de la época como "Cotarelo, Taboada, Regueiro, Boullón, Villar Ponte, Boullón, De Vicente, Castelao, Souto, Marqués de Leis, Lázaro, Cobián, maestros Villa y Lago, Mariera, Jiménez, Mondria, Peinador, Cuevas, Insua, Regue, Vilariño, Martín Romera, Ibañez, López Sánchez, Pita, etc."

También el periódico El Heraldo de Madrid, recoge que acudieron a la inauguración de la sede social de la entidad más de mil invitados. Y que el centro estaba decorado con cuadros y dibujos de artistas gallegos como Castelao, Lloréns, Cuervo, Ínsua, Ibañez, Carrillo, Reque y Castro Gil. 

Nueva Junta Directiva
En los meses que siguen la prensa recoge una actuación con motivo del Día de Santiago, en  Unión Radio. Pero también una actuación en los talleres de La Libertad, que publica esta noticia el 13 de noviembre de 1932. En ella se señala que dirige la banda el "joven y ya muy reconocido compositor y profesor de la Banda Republicana, Eduardo Dorado Janeiro". También se citan algunos nombres de las jóvenes que participan en la actuación como Carmela Gut(?)rrianer, Saladina Castro, Amalia Álvarez, Teresa Álvarez, Victorina Salgado, Maruja López, Manolita del Sol y Pepita Corbacho.

Idiomas, artes, hogar, conferencias y charlas, además de fiestas infantiles y un buen número de eventos musicales y artísticos. La sociedad alcanza en esta época su apogeo actuando como foco cultural de excepción en la colonia gallega de Madrid. Será en 1933 cuando tome posesión una nueva junta directiva, concretamente el 21 de septiembre, hecho que recoge El Heraldo de Madrid. Está integrada por Arístides Cajide, Antonio Garijo, José del Campo, Antonio Ronquillo, Manuel Díaz Echevarría, David Varela, Juan López Iglesias, Higinio R. del Río, Ángel Quintana, Veiga Pita, Silva Castro, José Vázquez Rodríguez, Cesáreo Palacios, y Dorado como director del coro.

Apogeo y giras internacionales
El año 34 traerá los mayores éxitos de la coral que, siempre según leemos en la prensa de la época, actúa en Lisboa, en el teatro Capitolio, a donde les acompañó el "notable escenógrafo Sr. Souza, de La Coruña". Previamente habían conquistado plazas como el  Círculo de Bellas Artes, el Palacio de la Prensa, el Ateneo o la Casa del Pueblo, y miran ahora a América, donde también hay un buen público esperándoles. 

Después llegarán los conciertos en Estados Unidos, jaleados por la prensa hasta tal punto que leemos "En New York hay quince mil ciudadanos que dicen "good morning" con acento de Compostela". La sociedad actuó en la Exposición Internacional de Chicago, en el Pueblo Español, llevando parte de su repertorio, medio millar de composiciones entre cantos de berce, cantos de malla, cantos celtas, etc. El contrato era de un mes ampliable a los cuatro restantes. Y después posibles actuaciones en Miami, Nueva York y San Francisco. Los miembros del coro viajaban con dietas de la sociedad que ya se autofinanciaba, con aportaciones en esta época de Pita Romero y Abad Conde. 

La última sorpresa para nuestras investigaciones llegó con la reciente salida a Internet de la hemeroteca de La Voz de Galicia, donde encontramos una reseña publicada el 28 de julio de 1934 y firmada por el secretario de la entidad, Manuel Díaz Echevarría. Habíamos recopilado todos sus artículos en El Heraldo de Madrid, principalmente, pero nos faltaba este. En estas líneas habla de la gira por Estados Unidos, de la calidad artística del grupo y aplaude la gestión del entonces presidente. 

La guerra civil
Manolo Díaz Echevarría, secretario de la entidad, barítono del coro y escritor de numerosas escenificaciones, obras teatrales, artículos, etc. falleció el 18 de noviembre de 1936 a consecuencia de la tuberculosis contraida meses antes. La sociedad continuó su andadura y en los primeros meses de la guerra aún leemos algunas cosas en la prensa como su adhesión al gobierno de la república o sus actividades de apoyo al frente.

Esta historia la hemos contado en parte en la novela La Casilla de Guadarrama, inspiradora de este blog y de que nos hayamos dedicado a recuperar estos episodios del pasado que nos son familiares.

Si tienes información sobre cualquiera de las personas que aquí se citan o sobre esta agrupación nos encantará conocerla y te animamos a compartirla en los comentarios de abajo o escribirnos a casillaguadarrama@hotmail.com