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lunes, 22 de junio de 2015

En la Comarca del Eo, semanario ribadense

Publicada una nueva novela ambientada en parte en Ribadeo

Una historia familiar a partir de unas viejas memorias escritas a máquina es un buen punto de partida para una novela en la que los misterios, los hallazgos y la intriga son el ingrediente principal. Así nace La Casilla de Guadarrama, de la fascinación  por acontecimientos históricos vividos en el contexto de la guerra civil española. Ribadeo, localidad natal de uno de los personajes centrales de la historia, está muy presente en este texto que acaba de salir a la venta.

Cuando tenía solo quince años, la autora escuchó narrar la guerra civil a su abuelo, que la había vivido en primera persona, en el frente, en los alrededores de Madrid. Después, la familia fue depositaria de unas memorias que César Díaz Echevarría tuvo la visión de dejar por escrito con todo detalle. No solo su historia sino la de su hermano Manolo, en los años anteriores al estallido de la contienda. Dos jóvenes de Ribadeo que se habían ido a la capital a buscarse un porvenir, y los posteriores sucesos con que culminan sus vidas. La novela toma estos acontecimientos como punto de partida, y los transcribe con asombro, “porque la guerra civil todos la hemos estudiado, pero lo que se puede leer en esas memorias no está escrito en ningún libro”, comenta la autora.

La casilla
Tras leer las memorias y la novela de Manuel Díaz Aledo, que recoge la historia completa de César Díaz Echevarría bajo el pseudónimo de Carlos, la autora comenzó una investigación que le llevó a dar con el lugar concreto donde transcurren aquellos terribles sucesos. En la curva de Tablada, antes de llegar al Alto del León, había una caseta de camineros donde se montó, en los primeros días de la guerra civil, un puesto de socorro.

“Tras recorrer una y otra vez la zona con el Street View, descubrí con asombro una caseta que respondía perfectamente a la descripción. ¿Es posible que lleve en pie cien años?”, se pregunta la autora. “Estuve allí, pude tocarla y ver lo que parecían agujeros de bala, entendí el fuego cruzado en el que estaba aquel puesto, a tiro de ambos bandos, exactamente como lo contaba mi abuelo”, así describe Carmen Delia Díaz su encuentro con aquel monumento histórico que yace abandonado en el arcén de la carretera nacional VI.
La novela está a la venta desde el 5 de junio a través del blog que lleva el nombre de la novela, donde además se pueden leer contenidos adicionales e intercambiar impresiones. También se ha creado una página en Facebook para pedir un centro de interpretación de la guerra civil en aquella vieja caseta.

jueves, 28 de mayo de 2015

El Sanatorio abandonado de Tablada

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El Sanatorio de Tablada puede verse aún, en estado de abandono, poco antes del Alto del León. Es solo uno de los muchos hospitales que poblaron la sierra de Guadarrama, y otros lugares montañosos de España, durante las primeras décadas de este siglo. Hoy hay quien busca fantasmas en ellos, y no anda desencaminado, pues la historia ha hecho que fueran escenario de circunstancias terribles.

Es poca la información que hay sobre estos sanatorios. Tuvieron su auge en los años 20-30, cuando la tuberculosis era un serio problema que solía conllevar la muerte, y necesitaba del aislamiento del enfermo. En estos hospitales, quien podía pagarlos, vivía durante meses respirando aire puro y con constantes cuidados médicos. He leído que muchos de estos enfermos se desesperaban al verse abandonados por su familia allí y buscaban el suicidio. Otros, muy pocos, salían adelante; muchos fallecían.

Éste del que hablamos tiene además una historia triste. Durante la Guerra Civil fue usado por los combatientes sobre todo del bando republicano que resistían los ataques nacionales. No hablamos del edificio actual, que quedó inacabado, sino del sanatorio primitivo, el sanatorio Lago-Tablada, del que ya hemos hablado aquí. En él se curaba enfermos, se alimentaba a los soldados y sobre todo se sobrevivía. Lo he sabido porque mi abuelo describió varias escenas allí en sus memorias. Parte de ello fue recogido por Manuel Díaz Aledo en la novela "Malditas Guerras" y se refleja también en "La Casilla de Guadarrama".